Nada democrático florece en la oscuridad
- Juan Dalmau Ramírez

- 24 oct
- 2 Min. de lectura

Hay un patrón preocupante en la forma en que este gobierno comunica —o más bien, no comunica— los asuntos de interés público.
Todo se maneja a puertas cerradas, sin explicaciones, sin datos y sin claridad. Como si la oscuridad fuera política pública. Pero la gente merece saber.
En Puerto Rico, la transparencia se ha convertido en un misterio.
Los apagones se anuncian después, los aumentos se descubren en la factura y las decisiones se toman en la sombra.
Nada bueno se construye desde la oscuridad, y ese parece ser el lenguaje oficial del gobierno.
El pueblo no pide milagros. Pide información. Pide saber cuándo se va el agua, por qué sube la luz y a dónde va el dinero que paga cada mes. Pero este gobierno responde con silencio, como si la transparencia fuera una amenaza. Y cuando se gobierna desde el misterio, se pierde la confianza del país.
En la energía, el agua y la información pública, reina el secretismo:
En la AEE y LUMA, se aplican cargos nuevos sin aviso y aumentos sin explicación. La gente paga sin saber por qué, mientras el gobierno calla.
En la AAA, los apagones de agua llegan sin precisión ni aviso. La falta de información se convierte en otro servicio interrumpido.
Con el Proyecto del Senado 63, la tendencia se oficializa: se pretende hacer del acceso a la información un privilegio, no un derecho.
Si esta última medida se convirtiera en ley, Puerto Rico caería en el puesto 104 de 140 países evaluados por el Centro de Derecho y Democracia en acceso a la información. Ese es el tamaño del retroceso.
Nada democrático florece en la oscuridad. Un gobierno que se esconde pierde legitimidad.
El país tiene derecho a saber, porque sin información no hay poder ciudadano. La democracia no puede ser un cuarto cerrado. Debe ser una casa abierta, con las luces encendidas.
FIN
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