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A las marejadas no le importan los partidos

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Las marejadas recientes nos recordaron algo simple: sin costas sanas no hay seguridad de vida y propiedad, ni economía local que aguante.


La delegación del PIP en el Senado denunció que, aun con evidencia científica y daños a la vista, la mayoría del PNP ha frenado o ignorado medidas básicas para mitigar la crisis climática en el litoral.

No es un tema de partidos; es de sentido común. Cuando sube el nivel del mar y la erosión “barre” infraestructura pública y privada, perdemos todos: familias, comerciantes, municipios y contribuyentes.


Por eso urge actuar antes de la próxima “marejada de muertos”, un evento estacional que especialistas advierten suele golpear entre finales de octubre y principios de noviembre.


¿Qué significa actuar?


Iniciativas concretas y probadas que cualquier ciudadano —sea del partido que sea— puede respaldar:

  • Aprobar una Ley de Zona Costanera que use criterios de peligrosidad reales y garantice el acceso a las playas.

  • Proteger y restaurar dunas y conservar humedales: barreras naturales que reducen daños y costos públicos.

  • Impulsar mitigación basada en la naturaleza (no solo cemento).

  • Actualizar los deslindes de la zona marítimo-terrestre con vencimiento máximo de 5 años, porque la costa cambia y la ley debe reflejarlo.

  • Exigir al DTOP un inventario de carreteras y puentes en riesgo y un plan de acción claro.

  • Atender infraestructura crítica como aeropuertos ubicados cerca de la costa (Isla Verde, Isla Grande, Aguadilla, Mayagüez, Ponce).

Estas propuestas no son ideológicas; son un seguro de país. Evitan pérdidas millonarias, estabilizan comunidades y dan certezas a quienes invierten y trabajan aquí.


Postergar lo obvio es caro e irresponsable.


Como señaló la portavoz del PIP, María de Lourdes Santiago y Adrian González, la política pública debe reconocer la vulnerabilidad especial de nuestras costas para proteger vidas y propiedades y, a la vez, promover desarrollo económico.

El mar no pregunta por colores. Y cada día que pasa sin medidas, perdemos terreno. Literalmente. 

FIN

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